De
su relato se desprende lo bello que era nuestra plaza y lo bien que la pasaba.
Entre
risas decía"cuando íbamos a cortar las naranjas dulces y deliciosas de la plaza, siempre nos salía a correr Don Calderón
quien era el placero del paseo principal. Cuidaba la plaza como si fuera su más
preciado tesoro, es por ello que nunca dejaba que alguien le hiciera daño".
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